sábado, 24 de marzo de 2007

Gayatri: Meditación Día Miercoles

Su Nombre resplandece entre los límites borrosos de esta humana materialidad; es como una llama que todo lo ilumina, que todo lo abarca, pero, en la necesidad sin límites que nos ata, aún nos preguntamos dónde está.
Su Nombre es una vestimenta tan real como Su amor, no es una alegoría para desandar quimeras enloquecidas, fantasías vanidosas; la vestimenta de Su Nombre es para cubrir tu corazón y para dar nacimiento a una amistad superior.
Examinar el Nombre, reconocerte en él, es ampliar tu visión para descubrir lo propicio en lo circunstancial. Su Nombre es movimiento, ritmo, canción y danza; es madre y padre, amigo y todo lo demás.
Si te preguntas dónde está, no podrás ahondar el misterio supremo de sentirLa y no podrás penetrar las formas que se separan, se dividen de tal modo que solamente quedan los muchos; porque Ella está en todos, y es Ella misma, la que no tiene principio ni tampoco fin.
Cuando te preguntas dónde está no puedes ejercer el oficio que todo lo sacraliza, que permuta los sentidos temporales por la inmensidad del So Ham.
Si crees que Su Nombre se asemeja a la fantasía no habrás comprendido Su esencialidad, pues la estructura íntima de Su verdad es igual a lo que está arriba y también a lo que está abajo, anverso y reverso de una única realidad que es respuesta, todas las respuestas y también preguntas, intención que convoca desde la urgencia.
Su Nombre te incluye en una relación que no puede ser sustituida; ése es el misterio de los misterios.
Tu yo se conforma de estructura cósmica, es un soplo, un océano, intención que fluye hacia lo celestial. Ese a quien llamas yo, no se diferencia de Su Nombre.
Ese yo del que hablamos debe estar despojado de todo sentido material, un bello cuento Sufi lo ilustra:
El amante llegó a las puertas del Amigo y golpeó y una Voz susurró desde adentro:
- ¿Quién es?
Y el amante respondió diciendo:
- Soy yo.
Entonces la Voz dijo:
- No hay lugar en esta morada para un tú y un yo.
Y se cerraron las puertas.
El amante se marchó al desierto, allí ayunó y oró. Al cabo de un tiempo, regresó una vez más a las puertas del amado y golpeó. Nuevamente la Voz preguntó:
- ¿Quién es?
Esta vez el amante había comprendido y respondió:
- Tú.
Y la puerta se abrió.
El destino de ese yo tantas veces incomprendido es un eco de lo celestial pues se corresponde con Su Nombre. Cuando en la abstracción final nada es ese yo se transforma en Tu.

Om bhur bhuvah svaha tat savitur varenyam
Bhargo devasya dhimahi dhio yo nah prachodaiat

El Nombre señala el nacimiento del sol y dependerá de la intención para que Su vastedad te transforme en luz.
¿Dónde estás cuando Te llamo? ¿Dónde estás cuando de lo profundo de mi noche oscura grito a Ti angustiado?
Escribe la Madre Teresa de Calcuta que a pesar de la promesa, ella veía en las arenas un par de pisadas, huellas de un solo peregrino.
¿No eran acaso dos pares de pisadas la certeza de Su presencia, tal como se lo había prometido?
Teresa, las huellas que ves no son las tuyas sino las Mías, soy Yo el que te llevo en Mis brazos.
Hay veces que puedes desprenderte de las designaciones y en el cielo de tu alma se funde la certeza de Su presencia; entonces se hacen evidentes las palabras y susurros, tal como lo hicieron los discípulos camino a Emaus: quédate, Señor, porque anochece.

Om bhur bhuvah savah tat savitur varenyam
Bhargo devasya dhimahi dhio yo nah prachodaiat

La brillante majestuosidad del Nombre se establece en el corazón, la gloria, Su Nombre que es hazaña para descubrir y desentrañar la historia humana.
Maravilla de saberte polvo, materia en la materia y al mismo tiempo distinto y único pues ese que llamas yo es inmensidad, incontables pasos eternos siempre en tránsito hacia el infinito. Libertad que quita toda opresión y toda prisión.
El mundo es un espejo donde se refleja Su magnificencia, debes saber que aunque todo sea arduo y la geografía se cargue de presagios, aún así, todo te conduce a la presencia del Amado.
Toda lámpara encendida es un extravío de amor, una celebración de amor que reúne los fragmentos para que pronuncies el Nombre.

Om bhur bhuvah savah tat savitur varenyam
Bhargo devasya dhimahi dhio yo nah prachodaiat

Su Nombre es el todo y la parte, es la fuerza que anima la claridad en tus ojos, es el movimiento que muestra lo escondido y lo devuelve al acto de la celebración que impulsa hacia arriba. Arriba, arriba, más arriba, hasta que se abra la puerta y seas tú mismo, es decir Ella.

Om shriim shriim shriim gayatriai namah
Om shanti shanti shanti.